NACER NO PIDE, VIVIR NO SABE, MORIR NO QUIERE. Tres Caras del Hombre.

jueves, 4 de julio de 2013

¿escuchas al Sol?

Sé que lo escuché toda mi existencia, pero ahora lo advierto y compruebo.
Como un silbido agudísimo que rodea mi cabeza y de algún modo relaja, que me deja escuchar perfecto lo exterior, pero que cuando lo advierto o lo recuerdo, lo traigo, y se amplifica su volúmen, sin por ello ensordecer.

Cuando le pregunto concreto sobre alguna duda, me contesta tajante, con su voz sin voz, y en mi idioma natal. El silbo sigue detrás.
A veces, cuando demasiado distraídos supongo, viene como un silbo más grave que me atravieza de un oído al otro. Sé que le llaman ¨el silbo del pastor¨ a ese sonido que nos atravieza de oído a oído, y está conectado, o mejor dicho, es parte del delgado silbo de fondo.

Imagino que si esto le pasara a alguien prevenido y medicamentoso, seguramente iría a ver al doctor para pedirle que lo examine pues escucha un zumbido. Pero no es un zumbido.
Supongo que todos lo escuchamos.
Alguien puede decirme que son las microondas que nos atraviezan. Si, también, seguramente, pero estas microondas se vuelven audibles y se amplifican a medida las atiendo, y, especialmente, cuando atiendo y reconozco a su proveedor. Basta que admita que ese sonido viene del Sol, basta que piense en el Sol como nuestro generedor para que el silbo me envuelva.
Algunos dicen que es el sonido del chakra de la coronilla, un loto de mil pétalos que se llama y suena ¨sahasrara¨ que significa algo así como el ruido de muchas abejas, o el lejano rugir del mar o de las multitudes. Puede ser.

Especulando se puede desconocer su origen, pero atendiendo un poco a su reaccionar a nuestra atención, presente de día y de noche aunque durante horas estamos ausentes o al margen de escucharlo, de atenderlo.
Escucharlo me llena de bendiciones. Ben ditos, bien dichos que surgen en mi interior en reconocimiento a nuestro Padre Sol, padre y señor de nuestros días, gestor e impulsor del mundo que conformamos y nos rodea, y que..., pese a las miserias que todavía exhibimos..., sin ninguna duda no está tan mal y mejorando.
Si no confiara todavía en nosotros, no seríamos, y mucho menos se ocuparía de hacernos saber que nos llena de sonido.
Si, vibra..., a una altísima frecuencia audible. Compruébalo y goza de la abundancia que dispensa atenderlo día tras día, un poquito más.
Recuerda que cuando rezas, tu hablas a la divinidad y le pides atención.
Recuerda que cuando contemplas - hoy lo llamamos meditar - tu atiendes y la divinidad se expresa.
Recuerda que la llave a la calma profunda es tu aliento
Si llegas a la calma profunda, lograrás escucharlo a pleno

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